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¡¡Felíz día!!




13 de Septiembre

Día del bibliotecario/a


“El bibliotecario ama los libros como un marino ama la mar. No es necesariamente buen nadador pero sabe navegar. El océano del conocimiento que hace perder la cabeza a todos los sabios hace, por el contrario, más modesto al bibliotecario… ¡Mirad cómo ese océano embravecido se calma en la biblioteca!… El bibliotecario puede leer los libros sin necesidad de abrirlos. Su mirada es capaz de atravesar las tapas…”


“A cada bibliotecario le sería necesario, para responder a las preguntas tan diversas, a veces tan confusas y desesperadas, una serie ilimitada de cualidades y unos conocimientos inmensos. Podemos por ello afirmar que, si el lector ideal existe, no ocurre lo mismo con el bibliotecario. El bibliotecario ideal no puede existir, al menos no se encuentra en forma de un solo ser humano. No es, pues, un oficio éste de bibliotecario así como tampoco lo es el de sabio. Se trata más bien de un carácter, de una manera de ser. Todo hombre curioso y ordenado es ya bibliotecario.”

(De: "La sabiduría del bibliotecario" / Michel Melot)

Illustration ► Sara Wilkins





Babel bibliotecaria


Por: Ana María Martínez Tamayo
Licenciada en Bibliotecología y Documentación, Profesora Titular de las cátedras de Clasificación I y II de la Carrera de Bibliotecología de la Universidad Nacional de la Plata (Argentina)




En el principio Dios creó al bibliotecario.


Dijo Dios: "funda bibliotecas por todo el mundo, selecciona los documentos de mayor calidad, organiza la información, presta servicios de excelencia y vela por el interés de los usuarios. Mantén actualizado el catálogo y confortable la sala de lectura, pero no escuches la Voz de las Tinieblas, porque si lo haces te confundirás y desaparecerás como profesional".

El bibliotecario hizo todo cuanto Dios le pidió. Levantó bibliotecas en bellos edificios e incorporó en ellas todo tipo de documento creado por el hombre para registrar la información: tabletas de arcilla, rollos de papiro o pergamino, códices de pergamino o papel, libros, revistas, diarios y boletines impresos y toda la gama de documentos icónicos, audiovisuales, tridimensionales y legibles por computadora, incluyendo aquéllos disponibles en Internet.

Inventó y reinventó el catálogo (y con él la recuperación de información), que evolucionó desde las antiguas bibliotecas sumerias hasta las bibliotecas ciberespaciales. Lo mismo sucedió con múltiples herramientas y métodos de trabajo: normas de catalogación, sistemas de clasificación, vocabularios controlados, el análisis por facetas y la indización pre y poscoordinada, el servicio de referencia y el de circulación, incluyendo el préstamo interbibliotecario y la conmutación bibliográfica. Capacitó a las personas en todo lo necesario para acceder a la información.

Adoptó normas de calidad y definió indicadores de desempeño específicos para las bibliotecas, con el fin de evaluar y mejorar sus procesos, productos y servicios. Para todo ello utilizó la tecnología de punta disponible en cada época y en cada lugar, desde el punzón requerido para la escritura cuneiforme hasta la computadora y las telecomunicaciones del siglo XXI.

Alzó su voz en contra de la censura y en defensa del derecho de todos a la información.

Elevó su carrera a los más altos niveles universitarios, convirtiéndola en una profesión útil, noble y digna.

Pero una mañana, mientras el bibliotecario realizaba sus tareas habituales, sintió una voz ronca y tenebrosa que le llamaba:

"Ven, acércate".

El bibliotecario giró la cabeza y observó, entre incrédulo y sorprendido, la visión de un árbol seco y retorcido, de negro tronco y negras ramas.

La voz insistió:

"Ven, acércate".

Temeroso, pero lleno de curiosidad, el bibliotecario se acercó con precaución. Una sensación sobrenatural se apoderó de él y el lúgubre manto de la noche cubrió la zona, en pleno día.

-"Pero acércate, no tengas miedo" - volvió a escucharse.

-"¿Eres la Voz de las Tinieblas?" - preguntó el bibliotecario con ingenuidad. "Dios me ha recomendado que no te escuche".

-"Pero no digas tonterías; dialoguemos y verás que esta conversación te conviene" - contestó la Voz.

El bibliotecario se acercó a la extraña planta, lo suficiente para ver las víboras que arrastrándose por el suelo comenzaban a enroscarse en el tronco.

-"¿Quién eres?" - preguntó intrigante la Víbora Primera, al tiempo que mostraba su venenosa lengua de dos puntas.

-"Soy el bibliotecario" - contestó éste con seguridad. –

"¡Ja, ja, ja! ... Pobre... ¿Pero en qué mundo vives? ¿No sabes que ahora te llamas documentalista?".

-"¿Qué estás diciendo?" - intervino la Víbora Segunda - "lo correcto es especialista de la información o científico de la información".

-"Gestor de información, nena, los otros términos ya fueron" - interrumpió la Víbora Tercera.

-"Mejor en inglés, information manager" - opinó la Víbora Cuarta – "y si eres el jefe chief information officer o CIO".

-"Yo prefiero gestor del conocimiento, knowledge manager o chief knowledge officer" - agregó la Víbora Quinta con aires de sabelotodo.

-"Pero con esos títulos, nadie va a saber quién soy ni qué hago" - reaccionó el bibliotecario".

-"Precisamente, de eso se trata" - le informó la Víbora Sexta - "todo el mundo se preguntará qué es y qué hace esa persona, pero como a nadie le gusta pasar por ignorante, se limitarán a decir... ¡Ahhh qué interesante!".

-"¡Bibliotecario!" - recalcó con desprecio la Víbora Séptima - "¡No existes! ¡Desapareciste con el meteorito que extinguió a los dinosaurios!".

Todavía resonaban en su mente las risas de burla de los reptiles interlocutores, cuando el bibliotecario se dio cuenta de que, repentinamente, la visión había desaparecido. Invadido por el temor, se ocultó entre los estantes del depósito. Desde allí escuchó la voz de Dios que le llamaba:

-"Bibliotecarioooooo, ¿dónde estás? ... ¿Qué haces ahí? ... ¿Por qué te escondes?".

-"Porque me da vergüenza que los demás me vean con esta profesión de morondanga que tengo" - contestó el bibliotecario, sin atreverse a levantar la mirada del suelo.

-"¿Quién te ha hecho pensar que es una profesión de morondanga? ¿Acaso le has prestado atención a la Voz de las Tinieblas?" - preguntó Dios.

-"Las víboras me llamaron con insistencia y no pude evitarlo..." - lloriqueó cobardemente.

Entonces Dios se enfureció con el bibliotecario y pronunció su severo castigo:

"Por haber escuchado la Voz de las Tinieblas vivirás para siempre en la confusión y la falta de identidad. Te echaré de la Dirección de la Biblioteca que será ocupada por otros profesionales, aunque no sepan nada al respecto, mientras el público será atendido por un empleado administrativo que ganará más que tú. Te ocuparás de los procesos técnicos, pero todos te harán sentir que "sólo sirves para hacer fichas".

Cuando solicites un ayudante catalogador, te asignarán personal de maestranza bajo tratamiento psiquiátrico y nunca te comprarán un tesauro actualizado.

En promedio, ganarás un sueldo de trescientos pesos al mes y nunca lograrás un estatuto profesional que te proteja".

"Cualquiera vendrá y te dirá "no se dice usuario, sino cliente" y tú lo repetirás como un loro, aunque hayas dejado la vida para satisfacer al usuario.

O te dirán: "el paradigma de la biblioteca ya no es la conservación sino el acceso" y tú te impresionarás con la frase, aunque hayas pasado siglos facilitando el acceso. Tu lugar de trabajo será llamado centro de documentación, centro de materiales didácticos, centro de información o centro de gestión del conocimiento, y cuando la confusión entre todas estas organizaciones -que en definitiva hacen lo mismo- sea inmanejable, entonces las llamarás unidades de información o UI. Por supuesto, la sociedad no será capaz de diferenciar entre ellas y las seguirá llamando biblioteca".

"Víboras nacionales y extranjeras dictarán cursos inútiles en los que sólo aprenderás que catalogación se dice descripción bibliográfica y que la clasificación ha pasado a ser organización del conocimiento; términos desconocidos para cosas que tú mismo inventaste.  Además de confundirte, pagarás estos cursos a precio de oro y saldrás de ellos sabiendo lo mismo que sabías antes de inscribirte".

"Pondré enemistad entre los bibliotecarios universitarios y no universitarios y haré proliferar títulos en Bibliotecología con uno a cinco años de estudios, pero todos accederán a los mismos cargos y salarios; así permanecerán eternamente divididos y frustrados. Jamás te pondrás de acuerdo con otro bibliotecario".

"Hasta que llegue el día en que revalores en serio tu profesión y tu propia terminología, te revalores a ti mismo y a los numerosos bibliotecarios que han ofrecido su creativo aporte para que, ¡durante milenios!, los seres humanos hayan podido acceder a la información. Entonces, si todavía estás a tiempo, te perdonaré".








¡¡Muy Feliz Día

para todos!!



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13 de Septiembre DÍA DEL BIBLIOTECARIO


Los Orígenes de la Fecha

En la Gazeta de Buenos Aires, en 1810, edición del jueves 13 de septiembre, encontramos un artículo titulado EDUCACIÓN, firmado con el seudónimo Veritas. Algunos autores indican a Mariano Moreno como autor, otros a Manuel Belgrano, puesto que ya había publicado sobre el tema en su periódico Correo de Comercio, utilizando el mismo epígrafe.

En dicho escrito leemos, entre otras cosas, lo siguiente: “... ha resuelto la Junta formar una Biblioteca Pública, en que se facilite a los amantes de las letras un recurso seguro para aumentar sus conocimientos. Las utilidades consiguientes a una Biblioteca Pública son tan notorias, que sería excusado detenernos en indicarlas...”-“... por fortuna tenemos libros bastantes para dar principio a una obra, que crecerá en proporción del sucesivo engrandecimiento de este pueblo. La Junta ha resuelto fomentar este establecimiento...”
“... nombrando desde ahora por Bibliotecarios a el Dr. D.
Saturnino Segurola y al Rvdo. P. Fray Cayetano Rodríguez..” y “... nombra por protector de dicha Biblioteca al Secretario de Gobierno Dr. Mariano Moreno...”

De este texto se desprende que el doctor Saturnino Segurola y Fray Cayetano Rodríguez, fueron los primeros bibliotecarios oficiales de la nueva era de la independencia de la República, aunque poco pueden realizar por la biblioteca. El Padre Segurola que es nombrado recién el 28 de diciembre, renuncia al cargo pocos días después.

Con fecha 30 de enero de 1811, en la misma nota de renuncia de Segurola, se encuentra la designación del P.
José Luis Chorroarín, por solicitud de Mariano Moreno, como Bibliotecario. No se ha podido ubicar documentación que indique su designación como Director, pero sí existen distintas referencias que lo reconocen como tal. Fue pues el primer Director y también el primer Bibliotecario.

De la designación de Fray Cayetano Rodríguez no existe ninguna documentación al respecto. Si se sabe de sus tareas en el Convento de San Francisco.

Se contaba sólo con un local y dos bibliotecarios. Eran cinco habitaciones en los altos de la esquina de las hoy calles Moreno y Perú. Por entonces eran las calles de la Biblioteca y de los Representantes. Los dos bibliotecarios, en orden jerárquico: Fray Cayetano Rodríguez y Presbítero Saturnino Segurola. A los pocos meses, en 1811, otro sacerdote, Luis José Chorroarín, reemplazó a Cayetano Rodríguez. Los cargos se denominaban primer y segundo bibliotecario. Y esto era todo; a partir de allí el ingenio tendría que ser el principal capital. Y lo fue.

Extracto de El Negro de la Biblioteca
Por José Luis Trenti Rocamora

En enero de 1811 asumió la dirección Luis Chorroarín, y bajo su dirección la Biblioteca Pública abre sus puertas el 16 de marzo de 1812. Chorroarín mantendría en el cargo hasta 1821, cuando mediante un decreto de Martín Rodríguez fue reemplazado por Saturnino Segurola. Desde 1822 a 1828 ejerció el cargo Manuel Moreno, hermano de Mariano, y la biblioteca contaba en ese entonces con un patrimonio considerable: en 1823
El 5 de octubre de 1884 fue designado el primer Director Nacional, y desde ese momento es conocida oficialmente como Biblioteca Nacional.

Se Establece el Día del Bibliotecario

El Centro de Estudios Bibliotecológicos del Museo Social Argentino (CEB/MSA), fundado el 12 de octubre de 1943, por iniciativa del Secretario General Antonio A. Vizzini presenta el proyecto de realizar actividades que se destacaran para celebrar el “Día del Bibliotecario”, establecido en el Congreso de 1942, convocando así a las “Jornadas Bibliotecológicas Argentinas” que se realizaron a partir de 1946.

Las primeras Jornadas consistieron en un ciclo de conferencias pronunciadas del 9 al 12 de Septiembre (1946), asistiendo a tal acto bibliotecarios uruguayos y del interior del país. En esa oportunidad participaron, entre otros destacados bibliotecarios José Edmundo Clemente, Washington de la Peña, Carlos Víctor Penna, Josefa Emilia Sabor y J. Frederic Fino, refiriéndose respectivamente a los siguientes temas: “Bibliopsicología”, “Función social de las bibliotecas populares”, “Algunos aspectos de recatalogación y reclasificación”, “Información bibliográfica en nuestras bibliotecas” y “Algunas consideraciones sobre mapotecas”.

Desde hace más de 50 años ABGRA acompaña a la profesión bibliotecaria, y a escasamente un año de su fundación, logra que en 1954 se dicte el decreto
17.650/54 estableciendo que el día 13 de septiembre se conmemore en todo el país el “DÍA DEL BIBLIOTECARIO”, como un homenaje a la labor de los bibliotecarios en favor de la comunidad. El presidente Arturo U. Illía, mediante decreto 3.114/64, complementa el anterior decreto nº 17.650/54

Todos los años, ABGRA celebra este día tan significativo para los bibliotecarios y aprovecha esta oportunidad para realizar la entrega del Premio ABGRA a los egresados con los mejores promedios de las Escuelas de Bibliotecología de todo el país. En ese acto nos acompañan autoridades nacionales, personalidades del libro y la cultura y distinguidos profesionales del quehacer bibliotecario.


Fuente: Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina

http://www.abgra.org.ar/